Por: Dra. Beatriz Cova Castillo. Jefa de la Oficina de Control Escolar de Escuelas Nocturnas de la DGEPE. 04/02/2025
Durante los siglos XIX y XX, se observaba a lo largo de los recorridos latifundistas, una serie de injusticias sociales, y situaciones que aún no eran del todo reconocidas como derechos. Uno de ellos fue el analfabetismo generalizado entre la población de todas las edades. Algunos políticos de grupos más liberales identificaron esas necesidades y comprendían que para que el país saliera adelante, era necesario alfabetizar. Fue de esta manera que se impulsaron iniciativas de aperturas de escuelas de primeras letras o de la enseñanza de algún oficio. Iniciando en lugares más urbanizados y poco a poco extendiéndose a las zonas rurales utilizando métodos y materiales de enseñanza diseñados con el objetivo de que se aprendiera a leer y escribir; así como principios básicos de matemáticas, en periodos de tiempo breves, algunos incluso con maestros que andaban de manera itinerante en pequeñas brigadas o misiones.
Fue hasta 1921, con la creación de la Secretaría de Educación Pública, que se da mayor impulso a las campañas alfabetizadoras, con programas de estudio que incluían mayor diversidad de temas para aprender; y, en zonas más urbanizadas, con la implementación de modalidades de atención en horarios nocturnos, ya que a esa hora la gente trabajadora tenía tiempo para poder asistir, reconociendo así, la necesidad latente de un sector de la población: la gente adulta, con deseos de aprender y superarse para poder tener mejores oportunidades laborales accediendo así a mejor calidad de vida para ellos o para sus hijos.
Ese ideal, es el que hoy por hoy, fundamenta la Educación Básica para Adultos. Pensada inicialmente para ofrecer alfabetización para trabajadores, pero a lo largo de su historia ha ido ampliando la atención hacia personas mayores de 15 años que en el sistema regular no encuentran una opción para iniciar o continuar sus estudios del nivel primaria y poco a poco se ha logrado ofrecer también secundaria, ya que ambos niveles integran el esquema de educación básica reconocido por el Sistema Educativo Nacional.
Los índices estadísticos nacionales revelan que (por increíble que parezca) existen más del 34.4 % de personas de entre 15 y 75 años de edad que no saben leer ni escribir, así que efectivamente, la Educación Básica para Adultos, ofrecida en horarios nocturnos, pensados para trabajadores, siguen siendo tan necesarias como desde su fundación, siguen atendiendo una población que demanda educación, ¡las escuelas nocturnas siguen transformando vidas!