Por: Valeria Loera. Alas y Raíces. 25/06/2025

Es quizá la medianoche, no lo sabemos bien, el horario de invierno apenas cambió y nosotros no estamos seguros de la hora. En todo caso, sabemos que está oscuro. En el escenario yace el pequeño Erwin Moser. Un misterioso halo de Luz (o tal vez un Cenital) cae sobre él.
Cenital: Steh auf, kleiner Moser. Es ist Zeit für dich, sich uns anzuschließen.
El pequeño Erwin Moser despierta de su letargo, se talla los ojos y mira a su alrededor, confundido. No tiene idea de dónde está (y nosotros tampoco).
Cenital: Das ist mein Kleines. Wir haben so lange auf dich gewartet. Endlich bist du hier und du bist schön.
Moser: ¿Qué? No te entiendo nada.
Cenital: Ergebe dich meinen Armen und du wirst keine Schmerzen mehr spüren.
Moser: ¡Déjame en paz!El pequeño Erwin Moser toma una piedra que, convenientemente, se encontraba en medio de la nada junto a él. La arroja con todas sus fuerzas hacia la luz. La golpea y ésta parpadea.
Cenital: Oh, nein, mein Kleiner, sei nicht ungezogen… Segundo golpe…
Cenital: ¡Merde! arrête, arrête ça, enfant démon… Tercer golpe…
Cenital: Você verá, bastardo porco… Golpe final.
Cenital: Hijo de… La Luz se extingue y la profunda oscuridad domina el escenario.
Moser: ¿Señora?… Señora, vuelva, por favor. Lo lamento. Por favor, regrese, tengo miedo.
Señoraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!