Por: María Esther Tapia Álvarez. Revista ILCE. 26/06/2025
Este artículo describe y argumenta la relevancia que tiene la práctica docente como eje de la formación continua de maestras y maestros desde un enfoque situado; explica cómo se concreta a través de la operación de programas de formación continua multianuales y la formulación e implementación de intervenciones formativas, en el marco de los Criterios generales de los programas de formación continua y desarrollo profesional docente, y para la valoración de su diseño, operación y resultados en educación básica y media superior (CGPFCDPD- 2021) (Mejoredu 2021a), con el propósito de mejorar la formación continua.
La importancia de considerar la práctica docente en las propuestas de formación
Desde su surgimiento, la mejora de la formación continua de docentes ha sido una de las preocupaciones centrales de la Comisión Nacional de la Educación (Mejoredu), dado que se considera un factor relevante para incidir en la mejora de las prácticas docentes[1]. Desde hace décadas se advierte que las políticas de formación continua en México se centran en el planteamiento de contenidos temáticos definidos por externos a la escuela y no recuperan ni atienden los problemas de la práctica real de los docentes.
Rockwell y Mercado (1990) a finales de la década de los ochenta, señalaban que la concepción de práctica docente [por parte de las autoridades responsables en esta materia] tenía – y tiene -importantes consecuencias en las decisiones que se toman. Desde entonces identificaron la tendencia a tratar de ajustar las prácticas de los docentes a preceptos teóricos y propósitos de la política educativa a través de prescripciones curriculares y, normas, descartando sus saberes y conocimientos como punto de partida en sus procesos formativos.

Esta visión racional-técnica de la práctica docente se sostiene a la fecha, en la idea de que las y los maestros deben dominar, conocer y hacer lo que otros consideran “necesario”, aunque no se vincule con el contexto en el que desarrollan su quehacer. Dicha perspectiva ha incidido en que se ponga constantemente en duda lo que los docentes hacen, esperando que apliquen fielmente lo que se les plantea (Shön, 1992), sin reconocer su condición de profesionales con autonomía.
En contraposición a esta perspectiva y con el propósito de contribuir a la mejora de la formación continua y al desarrollo profesional de los docentes, Mejoredu ha decidido avanzar hacia un enfoque situado que parte de una visión constructivista, donde las y los docentes se conciben como prácticos capaces de reflexionar – en, sobre y para la acción – de ahí que se consideren como “profesionales reflexivos” (Schön, 1992: 42). A continuación, se describen con mayor detalle las acciones que la Comisión, desde sus atribuciones jurídicas,[2] ha desarrollado para colocar a la práctica docente como eje de la formación continua e incidir en su mejora.