Por: María Nancy Garduño Sánchez. Revista ILCE. 03/07/2025
El presente texto plantea una propuesta para trabajar un acompañamiento puntual a las escuelas de educación básica, con el objetivo de establecer procesos dialógicos que deriven en la mejora de la práctica con miras a una educación de excelencia como lo establece el plan y programas de estudios 2022, desde la perspectiva de constituir un cambio en el acercamiento hacia procesos de gestión educativa, que atiendan a las necesidades de la vida cotidiana y de los interés de los estudiantes en esta sociedad de cambio constante. Los procesos educativos tendrían que establecer, entonces, una intervención formativa que permita a las figuras educativas, fortalecer el acompañamiento, la inclusión, el apego a los principios de derecho y responsabilidades; además de estar encaminadas al desarrollo de un trabajo colaborativo basado en la justicia social y el respeto a las funciones del otro.
Durante mucho tiempo, los expertos en educación han coincidido en que las prácticas educativas tendrían que ser ajustadas de acuerdo con las necesidades de las sociedades actuales, pues tienen mayor posibilidad de éxito aquellas acciones que evolucionan con la vida cotidiana que aquellas que permanecen en un círculo constante con la visión de continuar con acciones que por años han resultado tener “éxito”.
La gestión escolar toma relevancia cuando los miembros de una organización establecen funciones, compromisos y responsabilidades específicas para desarrollar acciones encaminadas a la mejora de los espacios educativos; desde esta perspectiva, podemos leer a Schön y Agryss, quienes dicen que la “acción deliberada tiene una base cognitiva, refleja normas, estrategias y supuestos o modelos del mundo en el cual se opera”.

Figura 1. La gestión escolar toma relevancia cuando los miembros dde una organización establecen funciones, compromisos y responsabilidades.
Por consiguiente, hablar de gestión implica el establecimiento de lineamientos claros sobre los que trabajar, no solo administrativos si no de ejecución con respecto al quehacer educativo; el concepto de gestión connota tanto las acciones de planificar como las de administrar. La administración, como ejecución de las instrucciones de un plan independientes de los contextos, no es lo que ocurre en las situaciones reales. Por ejemplo, los directores de escuelas encargadas de ejecutar un plan tienen que realizar una serie de ajustes, para lograr la viabilidad política educativa del plan, adecuar los recursos disponibles con las necesidades de la ejecución de un plan, determinar el perfil del personal docente, el cual desarrollará el plan de trabajo.
En la práctica, el plan es solo una orientación y no una instrucción de ejecución. Por ejemplo, en su trabajo de traducir un plan en acciones concretas, los directores de escuelas se encuentran frecuentemente en la necesidad de replanificar, administrar y demostrar resultados que han obtenido al ejercutar dichas acciones establecidas; sin embargo la gestión va más allá de resultados a corto plazo, la gestión tendría que establecer un modelo educativo que determinará a largo plazo los alcances de las acciones que se ejecutan, para ello tendría que trabajar bajo líneas educativas, en la cuales los docentes responsables sean los encargados de valorar el cambio que ha sufrido la escuela con la implementación de herramientas novedosas y actuales.
Las organizaciones no existen en un vacío, es decir, no son independientes y estan determinadas por aquellos factores externos que permiten alcanzar los objetivos; los padres, las políticas públicas, estatales, federales, las relaciones de la escuela con el entorno, determinan en gran medida lo que se quiere alcanzar, sin embargo desde las propuestas actuales se establece que hoy la escuela tiene autonomía de gestión, respecto a lo que desde su lectura de realidad puedan valorar para avanzar en la consolidación de elementos, pues se nutre de lo que la rodea y con ello construye y constituye un sistema educativo.
Desde estas perspectivas, la función de acompañamiento y asesoría se vuelve fundamental para establecer acciones de retroalimentación con miradas externas a los centros, pero no ajenas al trabajo que se desarrolla; dejando de lado el solo vigilar la asistencia de los estudiantes a la escuela, para contribuir a la formación de niñas y niños, maestras y maestros.