Por: Juan Roberto Guzmán Flores. Revista ILCE. 04/07/2025
“La educación es el fundamental instrumento de transformación social en cualquier proceso que exige cambios profundos y permanentes, en cualquier época y sean cuales fueren las circunstancias y regímenes que tengan que operar en tal sentido.”
Jesualdo.
Una nueva corriente pedagógica
La llamada Escuela Nueva aparece en la Europa de fines del Siglo XIX al surgir críticas y pensamientos como respuesta a la educación de esa época que estaba basada en el formalismo, la memorización, la competencia, el autoritarismo y la disciplina. En oposición a ello, la Escuela Nueva propone una renovación pedagógica asentada en la libertad, en la autonomía, la dignidad y el valor de la infancia.
En su blog, el Instituto Europeo de Educación refiere que, lo que se conoce como Escuela Nueva, no es “un único sistema didáctico”, sino que es “todo un conjunto de principios que se contraponen a la escuela tradicional. Esto caracteriza a un movimiento renovador heterogéneo con una gran diversidad de corrientes”.
El mismo Instituto señala que estas corrientes tienen principios que se fundamentan en una base científica y racional, propiciando la actividad psicomotora del niño, centrándose en sus propios intereses, siendo la escuela un ente vivo, cuya labor es preparar al niño para la vida y familiarizarlo con el medio social en el cual vivirá. La escuela es, entonces, el dispositivo al servicio de la modernización de la sociedad y del Estado.
Como principios que cimientan la Escuela Nueva y que ayudan al educador a desarrollar su labor, se encuentran:
- El niño como centro de atención: preparándolo para su futuro en sociedad, formando su carácter y libertad individual; desarrollando las habilidades intelectuales, artísticas y sociales mediante el juego y la experiencia.
- Translación del eje educativo: considerando al niño como un ser en pleno desarrollo y no con las exigencias de un pequeño adulto, como se hacía en la vieja escuela.
- Nueva relación maestro-alumno: donde el docente pasa de ser el sabio transmisor de conocimientos a ser un actor determinante en la evolución del niño; el maestro pasa de ser el centro de atención para focalizarse en el alumno.
- Nuevos contenidos educativos: se exploran otras formas de aprender, basadas en experiencias cotidianas como generadoras de conocimientos; de esta manera, el contenido de los libros destinado a los niños, pero elegido por los adultos, deja de ser lo más importante para ser solo un complemento.
Estos principios forman parte, de alguna u otra forma, de cinco de los métodos activos en educación más conocidos y de mayor difusión, como son: el método Montessori, el método Decroly, el método de los Proyectos de Dewey, el método de “trabajo libre de grupos” de Cousinet y los “métodos” de Freinet. Si bien, como se ha mencionado, estos métodos fueron desarrollados por educadores bajo las premisas de la Escuela Nueva, hay que señalar que existen diferencias notables en cuanto a principios específicos y fundamentos didácticos (Narváez, 2006).