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Una mirada a la segregación escolar por nivel socioeconómico en México y sus entidades federativas

by staff

El Repositorio Pedagógico DGEPE, es un espacio donde se compendian diversos materiales para acompañar los procesos formativos de niñas y niños que cursan su educación primaria. Estos Recursos Educativos son diseñados por diversas instancias gubernamentales y públicas.

Esta investigación busca estimar la magnitud de la segregación escolar por nivel socioeconómico en educación primaria y secundaria en México y sus entidades federativas. Para ello, se ha realizado una explotación de los microdatos del Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (Planea) en sus ediciones de 2017 y 2018. La segregación se estimó usando los índices de disimilitud, de segregación de Gorard, de raíz cuadrada de Hutchens y de aislamiento. Los resultados, coherentes con investigaciones internacionales, muestran una alta segregación para el conjunto de México, mayor en el estudiantado de familias con menos recursos que en el de familias con más recursos, y superior en educación secundaria que en primaria. Además, se hallaron grandes diferencias entre las entidades federativas, destacando Chiapas y Oaxaca por su alta segregación, y Estado de México y Tlaxcala por un menor índice de segregación.

INTRODUCCIÓN

Existe una creciente preocupación en todo el mundo, y especialmente en América Latina, por la segregación escolar por nivel socioeconómico. Y la razón es doble: por un lado, cada vez hay más evidencias de los altos y crecientes índices de este fenómeno que se están dando en muchos países y, por otro, debido a la incidencia de la segregación tanto en el desarrollo del estudiantado como en la construcción de una sociedad justa e inclusiva.

Efectivamente, diversas investigaciones nacionales e internacionales están mostrando que la segregación escolar es muy alta en muchos países de América Latina, y puede ser considerada como la región con uno de los sistemas educativos más segregados del mundo. Y México, según estudios internacionales, es uno de los países con mayor segregación escolar en la región.

La segregación escolar, además, es un tema de especial preocupación, dado que atenta directamente contra el derecho humano de tener una educación de calidad. Así, será imposible que se logre el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”. Además, este fenómeno tiene un claro impacto negativo en el aprendizaje, expectativas y autoconcepto del estudiantado y supone un claro obstáculo para la generación de actitudes positivas hacia la diversidad, suponiendo una barrera para luchar contra la inclusión y la cohesión social (Murillo y Graña, 2021).

A pesar de todo ello, los únicos estudios disponibles que estiman la magnitud de la segregación escolar por nivel socioeconómico en México proceden del análisis de evaluaciones internacionales tales como las del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) o el Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo (TERCE) y, por ello, con una muestra pequeña; sin embargo, aún no se han realizado estudios usando datos de evaluaciones nacionales, por lo que el conocimiento del fenómeno es muy superficial.

Esta investigación busca estimar la magnitud de la segregación escolar por nivel socioeconómico en México y sus entidades federativas utilizando datos del Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (Planea) 2018, para sexto grado de educación primaria, y de 2017, para el tercer grado de educación secundaria (9° curso de educación básica).


MARCO TEÓRICO

A pesar del gran interés que tiene el estudio de la segregación escolar en la actualidad en todo el mundo, aún no hay una definición consensuada al respecto y, con ello, no hay una única forma comúnmente aceptada de estimar su magnitud. La concepción más habitual es entender la segregación escolar como la distribución desigual de estudiantes en las escuelas en función de sus características personales o sociales o de sus condiciones. Así, según sean esas características personales o sociales es posible distinguir diversos tipos de segregación escolar: por nivel socioeconómico, por origen nacional, étnico o cultural, por rendimiento previo, según necesidades educativas especiales del estudiantado o, incluso, por género.

Esta definición es la que considera la segregación escolar desde su dimensión de uniformidad y tiene como forma de estimación los índices de disimilitud (ID) (Duncan y Duncan, 1955), de segregación de Gorard (ISG) (Gorard, 20002009), de brecha por centiles (IBpC) (Watson, 2009) o de raíz cuadrada de Hutchens (IH) (Hutchens, 20012004), destacando los más utilizados.

Una visión distinta se tiene si se entiende la segregación escolar como la probabilidad de que un(a) estudiante se encuentre en una escuela con alguien de su mismo grupo (Bell, 1954) o, como lo utiliza la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD, 2019) en el informe PISA 2018, como la probabilidad de que un(a) estudiante promedio del grupo minoritario se matricule en escuelas a las que asistan estudiantes del grupo mayoritario. Es lo que se conoce como dimensión de exposición de la segregación. El índice más habitual para estimarlo es el de aislamiento (Lieberson, 1981).

Pero también se podría definir la segregación escolar como la heterogeneidad interescolar y, con ello, la homogeneidad intraescolar. O, dicho de otra forma y para el nivel socioeconómico, como el porcentaje de varianza del nivel socioeconómico de las y los estudiantes explicado por cada escuela. Esto sería lo que mide el índice de inclusión social (IIS) (Murillo, 2016OECD, 2016).

Quizá esta falta de consenso en su definición, los múltiples tipos de segregación existente según la variable que se considere y la gran cantidad de posibilidades de estimarla hacen que aún no se haya generalizado su uso como un indicador de la equidad de los sistemas educativos.

La investigación sobre segregación escolar nació en Estados Unidos hace más de 65 años para verificar el cumplimiento del llamado Caso Brown, por el cual se declaró inconstitucional la separación de estudiantes en escuelas en función de su color de piel (Reardon y Owens, 2014). Desde ese momento, los diferentes trabajos se apoyaron en los avances del estudio sobre la segregación residencial o espacial, adaptando su metodología. En Europa, el interés por la investigación sobre segregación escolar se origina en la década de 1990, por la masiva llegada de estudiantes migrantes, centrándose en la segregación por origen nacional (Karsten, 2010). Especialmente desde el cambio de siglo, tanto en Estados Unidos como en Europa, el foco de la investigación se ha ido desplazando hacia la segregación escolar por nivel socioeconómico dado el crecimiento de su magnitud y su fuerte impacto en el desarrollo de las y los estudiantes (p. ej., Marcotte y Dalane, 2019Musterd, Marcińczak, van Ham y Tammaru, 2017Palardy, 2020).

En América Latina, el interés por el estudio de la segregación escolar tiene apenas 15 años de existencia y se ha centrado sobre todo en la que se da por nivel socioeconómico. Como señala Carrillo (2020:363), “Chile es el país que más ha investigado sobre este tipo de segregación (22 publicaciones). Le siguen Perú (12), Argentina (11), Brasil (4), Colombia (3), Uruguay (2) y Ecuador y República Dominicana (1 publicación cada uno)”. La segregación por origen étnico-cultural y por origen nacional, sin embargo, ha tenido un interés menor por parte de los equipos de investigación. Es probable que la razón tenga que ver con la relación que la indagación de segregación escolar ha tenido en América Latina con la equidad y los grandes desafíos respecto de la desigualdad de oportunidades educativas provocadas por la gran brecha existente en la región según el nivel socioeconómico.

Las causas de la segregación escolar son múltiples, complejas y de carácter estructural; responden a factores tanto educativos como ajenos a la educación, y están íntimamente interrelacionados. Entre las principales causas de este fenómeno se encuentran la segregación residencial y las políticas educativas de fomento de mecanismos de cuasi-mercado escolar. Así, la concentración en barrios de familias de análogas características sociodemográficas es algo muy habitual, lo que genera que estudiantes que asisten a las escuelas localizadas en esos barrios presenten similares características sociodemográficas (Owens, 2020Monarrez, Brian y Matthew, 2019). Pero también las políticas de fomento de mecanismos de cuasi-mercado escolar generan una alta segregación a través de la competencia entre escuelas, los mecanismos de selección y discriminación con que operan determinados centros o en el fomento de la privatización de la educación (Bonal y Bellei, 2018Murillo, Martínez-Garrido y Graña 2020Krüger, 2019Verger, Moschetti y Fontdevila, 2020). En el caso de México, la existencia de cuatro modalidades de escolarización posiblemente también esté incidiendo en la segregación escolar (Tapia y Valenti, 2016). Así, la inexistencia de políticas públicas educativas de fomento de la equidad hace que irremediablemente la segregación aumente.

Los resultados de la investigación latinoamericana sobre segregación escolar por nivel socioeconómico han visibilizado grandes desafíos en la equidad de la región. Así, y con la prudencia que da la falta de investigaciones en muchos países, se podría afirmar que América Latina es la región más segregada del mundo. Algún país como Chile, es consciente de ello y ya ha empezado a tomar medidas para solventarlo. En otros, como Argentina, Perú o Uruguay, empieza a haber cierta literatura y tímidamente se está abriendo el tema a ser sujeto de debate público. En otros países, por último, la información es muy escasa y, con ello, hay poca conciencia de la magnitud del problema entre tomadoras(es) de decisiones, profesionales de la educación y hasta entre equipos de investigación, como es el caso de México.

La poca información que se tiene acerca de la magnitud de la segregación escolar por nivel socioeconómico en México procede de estudios internacionales que han utilizado bases de datos de evaluaciones internacionales en las que el país ha participado. Así, para educación primaria, hay información de los trabajos derivados de las evaluaciones del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación de la Unesco y, para educación secundaria, con las explotaciones secundarias de las diferentes ediciones de PISA de la OCDE.

Entre los estudios con datos del TERCE, de 2013, destaca el trabajo de Murillo (2016), quien estimó la magnitud de la segregación escolar por nivel socioeconómico de los países de América Latina usando los índices de segregación escolar más habituales (de disimilitud, de segregación de Gorard, de raíz cuadrada de Hutchens y de aislamiento) y el menos utilizado de inclusión socioeconómica. Estos índices fueron calculados para tres grupos minoritarios a partir de la variable nivel socioeconómico y cultural de la familia del estudiantado (ISECF): el 10 y el 25% de las y los estudiantes con familias de menor ISECF (P10 y C1), y para el 25% de quienes provienen de familias con mayores recursos (C4). El trabajo encontró que, para México, la segregación escolar por nivel socioeconómico usando el índice de disimilitud es de 0.68 para P10, de 0.59 para C1 y de 0.65 para C4; usando el de segregación de Gorard es de 0.62 para P10 y de 0.44 tanto para C1 como para C4; de 0.47, 0.57 y 0.56 para el índice de aislamiento; y, por último, de 0.61 para el de inclusión social.

Otros estudios han estimado la magnitud de la segregación escolar por nivel socioeconómico en educación secundaria en varios países entre los que se encuentra México. Uno de los primeros es el de Vazquez (2016). Este autor, utilizando los microdatos de la edición de 2015 de PISA, mide la segregación escolar a partir de cuatro índices con la mediana como criterio para determinar el grupo minoritario. Los resultados indican que México tiene una segregación escolar por nivel socioeconómico de 0.46 para el índice de disimilitud, de 0.21 para el de raíz cuadrada de Hutchens, de 0.31 para el de brecha por centiles y de 0.65 para el de aislamiento.


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