Por: Sebastián Ortiz Mallegas, Claudia Carrasco Aguilar y Verónica López. Redalyc. 12/11/2025.
El Repositorio Pedagógico DGEPE, es un espacio donde se compendian diversos materiales para acompañar los procesos formativos de niñas y niños que cursan su educación primaria. Estos Recursos Educativos son diseñados por diversas instancias gubernamentales y públicas.
Las asociaciones docentes han sido un agente clave en los procesos de reforma escolar. Esta investigación se ha enfocado en comprender su papel en los procesos de negociación macrosocial con el Estado, aun cuando las reivindicaciones docentes ocurren también en el espacio escolar y en el terreno de las relaciones micropolíticas. Desde un estudio cualitativo con características narrativas de 30 entrevistas a docentes chilenas(os), se buscó describir y comprender el papel de las organizaciones y el profesorado organizado en el contexto escolar. Los resultados muestran que este profesorado ocupa un lugar de reconocimiento en la trama micropolítica escolar, que se erige para negociar el poder con los cuerpos directivos y defender a los pares de las regulaciones del Estado. Se discuten las implicancias de la asociación docente en otro nivel de las luchas del profesorado.
Articulación macro y microsocial en la organización docente: el profesorado como sujeto político
La historia de las organizaciones del profesorado muestra cómo estas han sido uno de los principales actores en denunciar las consecuencias de las políticas de estandarización y descalificación del trabajo docente, son un agente clave en dinamizar las demandas y reivindicaciones del magisterio (Bascia, 2016). Su acción ha estado enmarcada en la relación con los gobiernos y las regulaciones del Estado, participando en los diferentes procesos de implementación de reformas educativas que han caracterizado a cada Estado-nación (Terrón, 2015).
Si bien las demandas docentes se han centrado en las consecuencias de un sistema de estandarización política y rendición de cuentas (Sisto, 2012; Symeonidis y Stromquist, 2020), en el último tiempo, estas han avanzado hacia un sindicalismo de justicia social que incorpora iniciativas en diferentes direcciones para promover la diversidad, la igualdad y la inclusión en las escuelas (Coley y Schachle, 2023; Owens, 2022). Asimismo, la creciente aparición de diferentes organizaciones de carácter reivindicativo ha fortalecido la participación de las protestas ciudadanas en el ámbito de la educación (Kaplan y Riveiro, 2020; Trejo, 2020); aun cuando, paradójicamente, avanza la crisis del asociacionismo en el gremio docente (Cornejo y Inzunza, 2013; Matamoros, 2020). Pese a ello, las organizaciones docentes siguen priorizando una cercana relación con los gobiernos y sus políticas estructurales; siendo cuestionadas muchas veces, no solo por la desconfianza que implica esta cercanía, sino por el papel que podrían desempeñar en la defensa y resistencia del sector docente (Bascia, y Stevenson, 2017; Terrón, 2015). Todo esto confluye en un momento histórico del gremio docente que reclama mayores niveles de autonomía con respecto a la acción cotidiana, a la vez que está siendo deslegitimado el estatus de la organización gremial (Ghosn y Akkary, 2020; Symeonidis y Stromquist, 2020).
En Chile, esta situación controversial ha llevado a una crisis de las organizaciones tradicionales, lo que ha ido configurando nuevas discusiones e interacciones del profesorado de base (Cornejo y Inzunza, 2013). Así, si bien el Colegio de Profesores de Chile congrega la mayor fuerza política organizada de maestros y maestras en el país, operando como un gran sindicato nacional que busca recuperar una identidad pública del colectivo docente (Matamoros, 2020; Navarrete, 2020; Ortiz-Mallegas, Carrasco-Aguilar y Lamas-Aicón, 2022), paulatinamente han ido surgiendo nuevas organizaciones como el Movimiento por la Unidad Docente, la Federación Nacional de Trabajadores, la Red de Docentes Feministas, entre otras, así como diferentes sindicatos que buscan nuevas formas de asociación docente orientadas a conquistar los espacios de organización tradicional desde una nueva identidad pública (Navarrete, 2020; Sisto, Núñez-Parra, López-Barraza y Ramírez, 2022).
La emergencia de diferentes organizaciones docentes de forma simultánea no es un fenómeno nuevo en la historia del magisterio, ni tampoco la multiplicidad y variedad de demandas que las caracterizan. Si bien históricamente han destacado reivindicaciones sindicales y laborales, siempre ha existido cierta heterogeneidad en sus formas de acción social, apareciendo cuestiones de tipo pedagógicas o profesionales (Vieira, 2008; Trejo, 2020). Por ello, las agrupaciones políticas que colectivizan al cuerpo docente han sido constituidas como sindicatos; movimientos pedagógicos; asociaciones profesionales, gremiales, mutuales, entre otras (Loyo, 2008), y muchas veces el profesorado participa en más de una organización a la vez ( Ortiz-Mallegas, Carrasco-Aguilar y Lamas-Aicón, 2022). Estas formas de organización surgen como un espacio posible para repensar la labor docente y compartir los deseos sobre el propio quehacer, a nivel tanto macropolítico o estructural, como micropolítico o microsocial (Dal Rosso, 2009). Por ello, las discusiones y luchas docentes se expresan tanto en las negociaciones con los gobiernos como al interior de las organizaciones que conforman. Pero también se evidencian en la interacción que el profesorado organizado construye individualmente con sus estudiantes, las familias, cuerpos directivos y compañeras y compañeros de trabajo, quienes, a su vez, pueden o no formar parte de una organización reivindicativa. En este marco, la organización docente es más bien un “extraño espacio de autonomía y articulación profesional para construir y reconstruir el carácter político de la profesión docente” (Souza de Andrade, 2016:18).
En este sentido, algunas organizaciones docentes han desarrollado propuestas y acciones pedagógico-políticas que van más allá de las reivindicaciones gremiales. Con esto, se ha comenzado a destacar lo que la investigación ha llamado la labor pedagógica del sindicalismo magisterial o la dimensión educativa del sindicalismo (González y Aguilera, 2022; Casco, 2022). Así, son muchas las organizaciones docentes que han incorporado en sus reivindicaciones asuntos de refundación de lo pedagógico y la función social de la escuela (Carvajal-Díaz, 2019; Groves, 2012). De todos modos, permanece el señalamiento de justicia en la base de las reivindicaciones, así como la denuncia a las implicancias del ejercicio de opresión por las situaciones de inequidad del contexto social (Honneth, 2006).
Lo anterior da cuenta de una convergencia de dos niveles en la asociación docente: la reactualización de las configuraciones del escenario macropolítico que enmarca el sistema educativo y la profesión docente y la reactualización de aquello que el profesorado sostiene y construye como configuración micropolítica de su quehacer pedagógico (Souza de Andrade, 2019). De este modo, la organización permite un lugar desde el cual significar la labor educativa, confiriendo sentido a lo realizado tanto a nivel individual como colectivo (Rodriguez y Espíndola, 2013). Sin embargo, lo micropolítico no se reduce a los procesos de enseñanza y aprendizaje o a los debates en torno al currículum. Las interacciones sociales, profesionales y laborales del profesorado organizado debe ser considerado como un aspecto del nivel micropolítico porque permite observar al profesorado como un sujeto político alternativo, ya que en estos espacios cotidianos se aprecia cómo puede instalar acciones políticas a partir de la formulación y el desarrollo de proyectos, prácticas y experiencias alternativas (Langer y Orlando, 2019). Concebir al profesorado organizado como un sujeto político alternativo implica analizar su capacidad de intervenir en las decisiones sobre las regulaciones de las políticas educativas, pero en los ámbitos de su interacción inmediata, destacando tanto la institución escolar y el contexto local, como sus acciones de enseñanza (Martínez, 2006).